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Ecuador: Homo sapiens y homo economicus confrontan en las universidades
René Báez**
El nuevo modelo educacional busca la conversión de la universidad pública comprometida con los grandes objetivos nacionales/regionales por una entidad funcional a los fines de las firmas monopólicas
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En nuestro estudio “El desembarco invisible” (www.alainet.org/active/23016&=es), adelantamos una disección de los orígenes, el contenido y las repercusiones en distintos planos del Proyecto Tuning en las universidades latinoamericanas y particularmente en el Ecuador.
En este breve trabajo aspiramos a ampliar y profundizar algunos puntos de vista ya expuestos en el material citado, tomando en cuenta especialmente las decisiones gubernamentales encaminadas a dar vigor a ese plan funcionalizante de la educación superior en el país.
Acciones recientes
Se alude, en concreto, a que el gobierno de Rafael Correa, inspirado en un discurso esencialmente derechista y bancomundialista, congruente con la reestructuración subordinada y reprimarizante de las economías periféricas impuesta por el capitalismo mundial desde hace varias décadas, viene impulsando la remodelación del sistema educativo en general, y de las universidades en particular, en concomitancia con las denominadas “leyes” o “fuerzas” del mercado. Pruebas al canto.
La aprobación por parte de la oficialista Asamblea de Montecristi de una Constitución de “alma neoliberal” –refrendada plebiscitariamente en septiembre del 2008-, texto jurídico que, además de otorgar rango constitucional a la educación por competencias determinado para los centros educativos superiores, viene siendo progresivamente instrumentalizado con el soporte de una serie de leyes tramitadas por la Comisión Legislativa, un mini Congreso hegemonizado también por el “correísmo”. Conforme era previsible, tales leyes han sido diseñadas a gusto y sabor de las corporaciones transnacionales. Aludimos a la Ley Minera, que viabiliza la explotación a gran escala y a cielo abierto de los yacimientos metalíferos; a la Ley de Seguridad Alimentaria, también conocida como “Ley Monsanto”, así como a la Ley contra el Genocidio, que abre las puertas para el exterminio de las comunidades autóctonas en aislamiento voluntario.
Una ideología del Gran Capital
La estrategia regresiva, extractivista y depredadora –amén de políticamente autoritaria- promovida por el régimen de Alianza País se ha proyectado a los institutos superiores a través del referido paradigma de la educación por competencias, un patrón formativo largamente aupado por la entente euro-estadounidense e implantado en nuestro medio bajo el membrete de Proyecto Tuning-Ecuador (2005), programa coordinado por el Consejo Nacional de Educación Superior (CONESUP).
En términos formales, el nuevo modelo educacional busca la conversión de la tradicional universidad pública latinoamericana/ecuatoriana comprometida con los grandes objetivos nacionales/regionales por una entidad funcional a los fines crematísticos y geopolíticos de las firmas monopólicas. ¿Qué está detrás de la esta mutación formal pero, sobre todo, teleológica de las universidades estatales e incluso privadas?
En nuestra opinión, cuestiones como las siguientes:
° Producto histórico de la evolución del capitalismo, la educación por competencias emerge a la superficie en los años 70 del siglo pasado a consecuencia del colapso del Estado de Bienestar en los países primermundistas y del agotamiento de los estados desarrollistas-intervencionistas en la periferia, y correlativamente a la consolidación de las empresas y bancos internacionales como protagonistas del escenario mundial. (1)
° La educación por competencias –también conocida como educación de calidad- tiene que ser visualizada como un mecanismo para llevar el predominio de la razón instrumental –dinero y tecnociencia- hasta sus últimas consecuencias. En buen romance, esto no significa otra cosa que las tareas consustanciales a la universidad –investigación científica, formación de profesionales y extensión- pasan a ser evaluadas según los parámetros esenciales del capitalismo, como la oferta y la demanda, la productividad y la rentabilidad. De lo cual resulta que, en el actual estadio de la modernidad, las verdades científicas y técnicas únicamente son tales si así lo dictamina el mercado, es decir, la deidad de estos tiempos cibernéticos y poscomunistas.
° La fundamentación filosófica de la educación de mercado no puede ser más peligrosa y deleznable. Aludimos al pragmatismo, esa postura filosófica -y ética- que encuentra que la verdad ha de encontrarse únicamente en los resultados prácticos de una determinada acción, para el caso, en la calidad de los profesionales requeridos por los administradores empresariales. Dado que el objetivo supremo de los hombres-corporación no es otro que asegurar la mayor productividad y rentabilidad de los distintos “factores de la producción” -entre ellos, la mano de obra-, el proceso formativo basado en la educación por competencias presiona para la conversión de los seres humanos –maestros, alumnos y profesionales universitarios, en este caso- en simples engranajes de la tecnoestructura controlada por las compañías globales, despojándolos de sus más elevados atributos intelectuales, morales y emocionales. Todo esto en tributo al mito del Progreso/Crecimiento/Desarrollo que el Poder mundial aspira perpetuar pese a su inocultable bancarrota contemporánea, de cuyas expresiones teratológicas dan cuenta el reciente desplome de Wall Street (2008) y los fenómenos naturales/sociales asociados al denominado “cambio climático”. (2)
° A nivel metodológico, la educación por competencias -a horcajadas del pragmatismo y de la mano de una tecnocracia de nuevo cuño-, con sus evaluaciones y acreditaciones cuánticas, superficiales y siempre funcionales a las demandas empresariales, está marcando el retorno del empirismo; es decir, de ese método que busca acceder al conocimiento mediante la simple recopilación de cifras y datos arbitrariamente seleccionados y a menudo irrelevantes. (3)
La marcha reciente del Proyecto Tuning-Ecuador
Para avanzar al análisis concreto de la experiencia nacional con la educación mercantilizada, aparece necesario referirse al marco legal actualmente vigente para los centros de nivel universitario. A este respecto, en la novísima Carta Política montecristense puede leerse:
Art. 350.- El sistema de educación superior tiene como finalidad la formación académica y profesional con visión científica y tecnológica; la innovación, promoción, desarrollo y difusión de los saberes y las culturas; la construcción de soluciones para los problemas del país, en relación con los objetivos del régimen de desarrollo.
Art. 351.- El sistema de educación superior estará articulado al sistema nacional de educación y al Plan Nacional de Desarrollo; la ley establecerá los mecanismos de coordinación del sistema de educación superior con la Función Ejecutiva. Este sistema se regirá por los principios de autonomía, responsabilidad, cogobierno, igualdad de oportunidades, calidad, pertinencia, integralidad, autodeterminación para la producción del pensamiento y conocimiento, en el marco de diálogo de saberes, pensamiento universal y producción científica y tecnológica global.
Art. 352.- El sistema de educación superior estará integrado por universidades y escuelas politécnicas; institutos superiores técnicos, tecnológicos y pedagógicos; y conservatorios de música y artes, debidamente acreditados y evaluados…
Art. 353.- El sistema de educación superior se regirá por:
1. Un organismo público de planificación, regulación y coordinación interna del sistema y de la relación entre sus distintos actores con la Función Ejecutiva.
2. Un organismo técnico de acreditación y aseguramiento de la calidad de instituciones, carreras y programas, que no podrá conformarse por representantes de las instituciones objeto de regulación.
Más allá de la irritante retórica y del eclecticismo de que hacen gala los citados artículos, particularmente el 350 y el 351, cabe realizar las puntualizaciones siguientes:
° La ya referida consagración constitucional del Proyecto Tuning, con su estrategia formativa medularmente afín a la ideología e intereses imperialistas, “subimperialistas” y corporativos.
° La mutilación casi total de la autonomía académica, administrativa y financiera de los centros superiores al subordinárseles a entidades como la Secretaría Nacional de Planificación (SENPLADES) y la Comisión Nacional de Evaluación (CONEA). Servidumbre a la “oscura voz de los tecnócratas”, diría el biólogo Albert Jacquard.
° Y, finalmente, la sujeción del sistema de educación superior al denominado régimen de desarrollo formulado en el título VI de la Constitución de marras, cuyas subjetividades y contradicciones antológicas, antes que enrumbar al país al Socialismo del Siglo XXI (y, en rigor, a ningún tipo de socialismo), estarían conduciendo al país, por la ruta del “vil desarrollismo” (Arturo Guillén), a una suerte de protectorado de poderíos políticos y económicos externos. O, lo que es lo mismo, a una especie de reedición del colonialismo que implantara en estas latitudes la Corona española en el distante siglo XVI.
Desafío y respuesta
¿Qué hacer desde nuestras sociedades y desde las universidades estatales frente a la encrucijada en que nos ha colocado una modernidad mal concebida y peor instrumentada?
A grandes males, grandes remedios.
Con el telón de fondo de un análisis raizal del hundimiento de la civilización del capital y de su incidencia en el mundo académico latinoamericano, el investigador compatriota Bolívar Echeverría remata su estudio reciente titulado “¿Es prescindible la universidad?” con frases que compartimos plenamente: “Los movimientos populares de transformación institucional que actualmente ganan terreno en la América Latina tienen ante sí una alternativa: someterse a la tendencia ´modernizante´ que hace del conocer un modo no por sutil menos irreflexivo de depredación de la naturaleza (y del hombre, R.B.) o prestar oídos a los muchos focos de resistencia que se mantienen y que aparecen en contra de esa tendencia predominante, y rescatar así al saber universitario, no como una insistencia infundada en un remanente obsoleto del pasado, sino como una reafirmación de algo, que es indispensable del saber humano, y que debe seguir siéndolo si éste quiere ser en el futuro un saber verdaderamente creativo y comprometido con la sociedad que lo hace posible”. (4)
That is the question, diría el poeta isabelino William Shakespeare.
Notas.-
(1) La lógica de ambos procesos aparece descrita prolijamente en el trabajo de Joao dos Reis Silva Jr., Rev. Cuadernos Latinoamericanos, no. 12, Universidad del Zulia, Maracaibo, 1996, pp. 49-87.)
(2) Con cuanta dosis de razón, en un libro escrito hace más de medio siglo, el escritor argentino Ernesto Sábato censuraba al pragmatismo como a una verdadera peste de la modernidad, describiéndolo como a una visión de las cosas que cultivan quienes “confunden la realidad con un Círculo-De-Dos-Metros-De-Diámetro, con centro en sus modestas cabezas”. Cf. Hombres y engranajes, emecé editores, Buenos Aires, 1951.
(3) Conforme lo está haciendo en estos mismos días el ministro ecuatoriano de Educación, Raúl Vallejo, blandiendo tests con fines punitivos que han desatado el repudio mayoritario de los maestros primarios y secundarios. El empirismo, en tanto forma cognoscitiva, ha sido catalogado como correspondiente a la “edad de piedra” de la razón, y, en su momento, fue impugnada por Poincaré con la precisa metáfora siguiente: “Se hace ciencia con hechos como una casa con piedras; pero una acumulación de hechos no es una ciencia, lo mismo que un montón de piedras no es una casa”.
(4) El Telégrafo, 1 de junio del 2009.
Junio/2009
René Báez** Economista ecuatoriano y catedrático universitario
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