El reto de la Izquierda Ecuatoriana
Descolonizar la conciencia social
Por Natalia Sierra*
Junio del 2013
Las últimas elecciones (febrero del 2013)
que confirmaron el proyecto de la Revolución Ciudadana, al contrario de lo que
se podría pensar, no muestran el apoyo
de la población a un proyecto de transformación social, sino el apoyo a la
profundización y modernización del sistema capitalista.
Si se analiza con cierto cuidado el
discurso del Gobierno a lo largo de estos 7 años, sobre todo el construido para
elecciones, específicamente para la última, se puede advertir un claro mensaje
de promesa capitalista envuelto en una retórica de revolución socialista. Este hecho
paradójico se explica por la necesidad de la burguesía de romper la conciencia
crítica de la sociedad, que se forjó durante los últimos 30 años de lucha popular
en contra del neoliberalismo. A partir del retorno a la vida democrática, los
gobiernos que se sucedieron en la administración del Estado alinearon al país
con el dictamen económico emanado por el Consenso de Washington. Como es de
conocimiento, el neoliberalismo devastó las economías nacionales de nuestros
países mucho más de lo que ya habían sido devastadas, hecho que condenó a la
mayoría de la población a situaciones de miseria extrema. Ante este asalto económico,
el pueblo profundizó su proceso de resistencia y construyó una conciencia
social crítica a la política neoliberal y al sistema capitalista.
Los treinta años de resistencia y lucha
en contra del modelo neoliberal permitieron alcanzar altos grados de
descolonización de la conciencia social ecuatoriana. El pueblo pudo mirar hacia dentro y lo profundo del país y redescubrir
tanto la legitimidad de su lucha como de su cultura, hecho trascendental que
motivó la capacidad colectiva de imaginar un mundo distinto por fuera de las
coordenadas de la sociedad actual. Este período de efervescencia de la lucha
social fecunda las propuestas más transformadoras imaginadas por el pueblo ecuatoriano. Hago
referencia a: la construcción del Estado Plurinacional que rompa la
institucionalidad política burguesa del Estado Nacional; la tesis de una
humanidad amigable con el medio ambiente, expresada en el reconocimiento de los
derechos de la naturaleza; la propuesta, quizá la más subversiva, que planteaba
un nuevo horizonte civilizatorio referido en la idea del Sumak Kawsay. Toda
esta fuerza creativa del pueblo que intentaba pensar otro mundo mostraba que la
conciencia social y política de los ecuatorianos había alcanzado niveles altos
de criticidad, que la liberaban, en gran medida, del coloniaje mental heredado
desde la colonia.
La descolonización de la conciencia
social implica un alejamiento de los paradigmas ideológicos impuesto en el
mundo en el proceso de expansión de la modernidad capitalista. En este sentido,
una conciencia social y política descolonizada supone necesariamente una posición crítica frente a las tesis derivadas
del paradigma del progreso. El crecimiento económico y el desarrollo ligado al mismo,
el urbanismo concentrado, el consumo excesivo, la explotación destructiva de la
naturaleza, etc., son tesis que se cuestionaron o fueron puestas en duda en el periodo de
resistencia anti-neoliberal. Se habló de la posibilidad de ir construyendo otra
forma de ser y estar en el mundo, lo que involucra la construcción de un mundo
no capitalista. De esta manera, se abrió el debate acerca de la urgencia no solo
de un cambio social sino de un cambio civilizatorio, de la necesidad de
repensar la fuerzas productivas no como fuerzas destructivas de la naturaleza, sino como fuerzas
constructivas de mundo. Este debate puso en duda el destino trazado por la
modernidad industrial y planteaba la
posibilidad de transitar hacia un mundo ciertamente distinto, un mundo pensado
desde el pasado andino-agrario-indígena hacia un futuro más humano. De hecho,
queda claro que todo este pensamiento crítico tiene un sustrato en nuestros
pueblos ancestrales que, pese a la colonización, conservaron formas de
pensamiento y de vida distintas a las impuestas por la sociedad del capital.
En los años del levantamiento indígena y
las revueltas populares, que defenestraron tres presidentes, las certezas
capitalistas y sus promesas de bien estar, que guiaron la historia de este
país, fueron seriamente cuestionadas. Gran parte del pueblo podía mirar la
hojarasca que nos había dejado todas las intentonas modernizantes, tanto la
desarrollista keynesiana como la desarrollista neoliberal. En la América latina,
y particularmente en el Ecuador de fines del siglo XX, se fracturó la “verdad” capitalista lo cual abrió la
posibilidad cierta de mudar hacia otro mundo, de dejar atrás las falsas
ilusiones de la modernidad. La
conciencia crítica social y ambiental del pueblo latinoamericano y ecuatoriano cerró
filas en contra de la expansión neoliberal, era como un gran dique que resistía
y de cierta manera impedía la embestida del capital transnacional. Recordemos
que en el país las movilizaciones populares detuvieron la irracional imposición
de la política neoliberal, lo cual puso en crisis dicha estrategia económica.
Es este contexto
político, caracterizado por un proceso de descolonización del pensamiento
social ligado al despliegue de la conciencia crítica de la población, inaugura
el nuevo siglo para una América Latina que ponía en riesgo los intereses de
acumulación del capital regional y mundial. Aparecen, en este escenario, los autodenominados
gobiernos progresistas que se presentan como representantes legítimos de las demandas
sociales y como expresión de la
conciencia social emancipada. Es importante señalar hay que estos gobiernos
alcanzaron el poder del Estado gracias al fortalecimiento de la conciencia
política de la sociedad que nació y se formó en los últimos treinta años de
lucha y resistencia popular.
El pueblo eligió
a los gobiernos autodenominados progresistas y particularmente, en el caso de
Ecuador, al gobierno de Alianza País creyendo que con su dirección podíamos
empezar la mudanza hacia otro mundo. Cómo no creer en ello cuando los proyectos
de gobierno parecían recoger tanto las demandas sociales cuanto la fecundas
ideas transformadores que se forjaron en la lucha. Cómo no creer en ello cuando
muchos de los participantes en estas propuestas de gobierno eran compañeros que
venían de esa lucha. Lo que la izquierda
no pudo ver es que el capital dispone de
todos los recursos y los funcionarios a su servicio para hacer abortar o pervertir alternativas a
su dominio. No pudimos ver que el proceso de descolonización de la conciencia
social era, eso, un proceso que había que cuidarlo de la guerra ideológica
capitalista; quizá no pusimos atención o no quisimos ver el hecho innegable de
que la explotación capitalista al ser humano y a la naturaleza se sustenta en
la dominación ideológica y cultural.
A 7 años del gobierno
de Alianza País, y a más de una década de los “gobiernos progresistas” de
América Latina, se puede apenas mirar lo que sucedió y está sucediendo. A penas
ahora con el último triunfo electoral de la Revolución Ciudadana se perfila la
estrategia utilizada por estos gobiernos para la realización del gran fraude
político que está viviendo América latina y específicamente el Ecuador
1.
La Revolución Ciudadana, el último proyecto
colonizador
La
defenestración del gobierno de Lucio Gutiérrez mostró que el pueblo ecuatoriano
políticamente organizado había dejado de creer en la democracia burguesa, hecho
trascendental en el quehacer político de nuestra sociedad que
tenía un sustrato más profundo en el
serio cuestionamiento de la población al proyecto capitalista en su versión neoliberal.
Como sabemos, la democracia burguesa es la forma política que hace posible la
reproducción del capital, por lo tanto cuando el pueblo retira el apoyo y la
legitimidad a esta forma política de alguna manera retira el apoyo a la
reproducción económica el capital. No es un secreto que la propia devastación
social producida por el neoliberalismo debilitó sus formas políticas, un pueblo
sometido a niveles extremos de violencia, pobreza y saqueo deja de creer en el
rosto “amable” de la democracia burguesa. La deslegitimación de un Estado
debilitado por la propia política neoliberal supuso que los grupos de poder
económico pierdan la poca hegemonía conseguida en los años de democracia; hecho
que destapó la contradicción social como inestabilidad política y puso en riesgo
las ganancias del capital.
Ante
esta situación de riesgo para la reproducción económica del sistema, el poder
político de la burguesía mundial puso en marcha la estrategia del Caballo de
Troya. El objetivo era volver a invadir la conciencia social del pueblo y
recolonizarla, en un momento en que éste se encontraba en un importante proceso
de descolonización ideológica. El caso ecuatoriano es sintomático, al igual que
la Bolivia de Evo, para analizar y
entender como se operó esta recolonización. La Revolución Ciudadana es un buen
ejemplo de la estrategia del Caballo de Troya, si entendemos que la única
manera de invadir una conciencia social que se estaba amurallando en contra de
la colonización ideológica capitalista era, al igual que la estrategia de los
griegos, hacer un “regalo” que el pueblo agradecería. Recordemos que después de ganar la guerra a
los griegos, los troyanos encontraron en sus playas un gran caballo que los
griegos vencidos les habían dejado como ofrenda. Sin mucho dudar, los troyanos abrieron
las puertas de su ciudad y llevaron el caballo
hasta el centro de la misma donde festejaron el regalo hasta quedar
ebrios e indefensos, momento en que los griegos ocultos al interior de la gran
estructura de madera salieron y se tomaron la ciudad. Exactamente esto sucedió
en el país, después de que el pueblo ecuatoriano ganara la batalla al
neoliberalismo, impulsado por los tres gobiernos que defenestró, bajo la
guardia y recibió el regalo Revolución Ciudadana. Confiado el pueblo lo dejó
entrar en su conciencia, festejó la ofrenda hasta quedar ebrio e indefenso,
momento en que del interior del discurso de la Revolución Ciudadana salió la
promesa capitalista y se tomó nuevamente la conciencia del pueblo
ecuatoriano.
Esta particular versión
del mítico Caballo de Troya se la puede observar en las partes que le dan
forma, que no son otra cosa que los dispositivos ideológicos de la Revolución
Ciudadana, como nuevo proyecto colonizador de la conciencia social.
El
primer dispositivo es la retórica de izquierda utilizada en los discursos con
los que la Revolución Ciudadana interpela al pueblo ecuatoriano. Una retórica
que despliega demagógicamente significantes como Socialismo, Plurinacionalidad,
Soberanía, Equidad, Economía social y solidaria, Sumak Kawsay, Participación, Democracia
Radical y Directa, Derechos de la Naturaleza, Justicia social y económica, etc.
Todos estos significantes son como pequeños caballos de Troya que se introducen
en la conciencia del pueblo que buscaba una transformación social, y cuando
están adentro irrumpen los significados ideológicos reales que los
significantes huecos esconden para recolonizan la mente del sujeto interpelado.
Estoy hablando de significados ideológicos que tienen que ver con el rencauche
de la promesa capitalista: crecimiento económico, explotación de recursos
naturales, fortalecimiento del Estado y la identidad nacional, agro-negocios,
transgénicos, extractivismo, desarrollo industrial, consumo, modernización, etc., en definitiva el progreso basado en la
economía capitalista
El
segundo dispositivo ideológico empleado por el Gobierno es la imagen misma del
presidente Rafael Correa. La figura del primer mandatario sirve como mediador
simbólico-ideológico de lo que todo ecuatoriano debería llegar a ser para
conseguir el éxito en el mundo moderno. La forma pura de la imagen del
presidente -con sus camisas bordadas con motivos andinos, a veces con ponchos y
guayabera, sus cantos revolucionarios, su aparente dignidad frente a los
intereses del imperio norteamericano, su supuesta historia revolucionaria, en
definitiva el “revolucionario maduro” del tercer milenio- invade la conciencia
de los ecuatorianos que miran a diario la publicidad política del presidente.
El pueblo como consumidor ideológico del producto Rafael Correa ignora el
sentido oculto, el verdadero mensaje ideológico, dentro de la imagen del
presidente. Cuando el pueblo ya ha consumido la imagen presidencial y la ha
integrado en su conciencia sale del interior de ésta el referente de
blanqueamiento que nos han impuesto a lo largo de la historia colonial. De esta
manera, se reinstala en la conciencia del pueblo la idea de que para ser alguien hay que blanquearse, tener
estudios universitarios, mejor en el exterior y mejor en Europa y EUA, tener
una esposa europea, hijos más blanquitos, ojitos verdes, posibilidad de
consumo, etc. Lo que queda en la conciencia social, sin que el sujeto sea consiente
de ello, es la idea colonial de que siempre es mejor ser blanco-mestizo que un
indio o un afro, para triunfar en el mundo moderno, para ser “alguien”.
El
tercer dispositivo de colonización ideológica es la instauración de una
revisada y sofisticada estructura de
privilegios, articulada a una burocracia estatal formada por jóvenes tecnócratas. La recuperación y
fortalecimiento del Estado que es uno de las promesas de la Revolución
Ciudadana es el Caballo de Troya que ha servido para dos objetivos claros: por
un lado, para abrir el marco mercantil en todas aquellas zonas que aún no
estaban vinculadas plenamente a la economía capitalista y, por otro lado, para
crear una estructura de privilegios ligada a los nuevos y jóvenes funcionarios
del Estado. La imagen del burócrata va
dejando de ser la imagen deprimente del empleado público viejo, mal pagado,
lento y amargado, y se va estableciendo la imagen del joven burócrata
universitario, bien pagado, elegante, eficiente, exitoso, feliz y, sobre todo,
con capacidad de consumo. Esta imagen se está convirtiendo en un referente para
los jóvenes ecuatorianos, todos quieren ser funcionarios del Estado, pues ven
en ello la posibilidad del éxito capitalista ligado a la capacidad de consumo
por una parte y, por otra, a cierto nivel de poder sobre la población que los
distingue del pueblo común. Los jóvenes que durante los años de lucha se
construyeron como sujetos de utopías que quería transformar el mundo,
cuestionadores radicales del poder y profundamente ecologistas, hoy aspiran a
un trabajo en el Estado y a una alta capacidad de consumo. Tómese en cuenta que lo jóvenes de hoy
marcarán el imaginario social de los próximos 40 años.
El
cuarto y último dispositivo de colonización ideológica es la publicidad
política que, con la retorica significante Socialismo del Siglo XXI/Buen Vivir,
inocula en la conciencia social de los ecuatorianos el deseo del desarrollo
capitalista en versión primer mundo. A
través del sugestivo lenguaje de la imagen publicitaria de la información
massmediática se vuelve a construir un deseo social enajenado, que establece que desear y como desear. No es de
sorprenderse que el objeto de deseo vuelva a ser el progreso y desarrollo
capitalista, cuya referencia son los países del mundo altamente industrializado:
grandes carreteras, inmensos puentes, Universidades de investigación
industrial, mega puertos y aeropuertos, enormes infraestructuras para mover
capital, aumento del consumo doméstico, etc. Se ofrece el mismo modelo
civilizatorio que en los años de lucha se cuestionó por ser un proyecto
destructivo, tanto para la vida social como natural. Una vez más la metrópoli
capitalista es el referente a seguir por nuestros pueblos, el viejo engaño
colonial se repite en nuevos formatos.
1.
El desafío de la
izquierda, recuperar la criticidad y soberanía de la social crítica
La
izquierda y los movimientos sociales que no han sido recolonizados por las
vanas ilusiones de la modernización capitalista que ofrecen los autodenominados
gobiernos progresistas, tienen como tarea urgente emprender la resistencia y la
lucha ante esta nueva evangelización del capital. Es importante tomar en cuenta que los “gobiernos
progresistas”, y particularmente el gobierno de la Revolución Ciudadana, son
básicamente proyectos de recolonización ideológica. Ante este hecho, la
izquierda latinoamericana y ecuatoriana debe emprender un trabajo de
reconstrucción de la conciencia crítica de la sociedad. Para este propósito, es
importante empezar por desmitificar el mito Revolución Ciudadana sobre la base
de recuperar el significado radical y anticapitalista de la rebelión popular.
Ligado a esta tarea se requiere reconstruir las comunidades de vida y de
resistencia de nuestro pueblo, lo que
exige reconstruir la utopía de un mundo más allá de la promesa capitalista.
Natalia Sierra: Socióloga y catedrática ecuatoriana.